Poema: Corcel alado

Pegaso, el corcel alado del Olimpo, extiende sus alas sobre nubes de ensueño. Galopa sobre mares hechos de cielo, entre olas de estrellas fugaces. Galopa. Revienta sus cascos en suelos de libre viento… o eso es lo que quiere creer.

Nadie se imagina que esas alas son humos que crecen cual hongos en su cabeza, ni que sus cascos se hicieron musgo en el cemento de su establo; ni siquiera que el cielo, las nubes, o las olas de estrellas, dejaron de visitarle mucho antes de que cayera esta noche.

Aún así, ahí está. Con la mirada taciturna en blancas hojas sangrando tinta, firme, atento, pues aunque no tenga alas, él sabe que vuela, que su pluma lo eleva en el viento, y que el folio lo lleva hacia el cosmos, donde sabe que pertenece, y de donde nunca debió bajar.

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